lunes, 30 de agosto de 2010

Camino de Santiago. 5ª Etapa: O Pedrouzo_Santiago de Compostela

Salimos de noche, lo decidimos el día anterior, porque queríamos evitar el calor y llegar pronto a Santiago para poder aprovechar el día.

Fue una experiencia nueva porque nunca habíamos caminado sin la luz del día. Nos ayudábamos con linternas y no fue demasiado difícil ir siguiendo las indicaciones. Fue bonito, cuando poco a poco fue saliendo el sol.

Mijota y yo tuvimos un momento de tensión porque no veíamos indicaciones hacia tiempo y yo estaba convencida que nos habíamos equivocado de camino. Estábamos subiendo una cuesta tremenda y yo iba despacio para ver si encontraba cualquier señal. Mijota se desesperaba conmigo y me iba diciendo: Vamos, que vas parada!!. Pero no estaba parada, solo que iba más despacio... Así que cuando se volvió a girar y me dijo: Por qué te paras?? Yo le respondí gritando: No estoy parada!! Así que seguimos resoplando hasta arriba y a los pocos metros encontramos una concha que nos indicaba que íbamos por el camino correcto (respiré aliviada) y tuve que reconocerle a Mijota que tenía razón. Aunque, eso si, que conste que yo no estaba parada!!


No me gustó mucho que en esta ultima etapa no te indicaban los kilómetros que faltaban hasta llegar a Santiago, como en el resto del camino. A mi me gustaba ir viendo cuanto quedaba para llegar al final y cuanto iba recorriendo más o menos. Aunque había indicaciones de por donde había que ir, ya no ponían los kilómetros. Una pena, la verdad.


La etapa no era muy lucida, al estar tan cerca de Santiago vas en muchos tramos al lado de la carretera y se me hizo eterno el tramo hasta la llegada al Monte del Gozo.. Una vez allí, es todo bajada hasta Santiago y cuando ya estás dentro de la ciudad, el corazón te late rápido por la impaciencia y las ganas de llegar a la Plaza del Obradoiro. Que emocionante fue llegar hasta allí, con Mijota, cargando nuestras mochilas, nuestros bastones y cubiertos de polvo y de sudor. Y que satisfacción tan grande saber que has llegado, que has podido y que estás ahí!!



Llegamos a Santiago sobre las 11:30-12:00 y ya hacia mucho calor, así que la idea de salir por la noche había sido un acierto, sin duda. El día anterior reservamos habitación en una pensión del centro (pensión Luisa) y nos dirigimos allí para dejar las mochilas y poder visitar Santiago más ligeros.

Había muchísima gente, tuvimos que hacer una hora y media de cola para abrazar al apóstol, que me sorprendió porque su cara no era la típica estatua religiosa, sino que era una cara que se me antojaba simpática y con bonitas facciones, además de resaltar en ella unos inmensos ojos azules. Me abracé a él y en esos pocos segundos que duró le agradecí que me hubiese ayudado a llegar hasta allí y le pedí un deseo muy personal, por el que Mijota y yo habíamos decidido caminar esos kilómetros.


Desde ahí arriba pudimos ver un momento de la misa que en ese momento se estaba celebrando en el altar mayor. Me pareció preciosa la escena.

Encontramos un sitio para comer cerca de nuestra pensión y comimos marisco riquísimo (vieiras, gambas, mejillones,...) regado con un vino de la tierra muy agradable. Para finalizar brindamos con orujo, por nuestro “camino” y nos fuimos a la pensión para echarnos una siesta antes de ir al aeropuerto para volver a Madrid. Volvimos con Ryanair y salió muy puntual, así que no pudo salirnos mejor.

Antes de irnos de Santiago, escogimos una esquina al lado de una iglesia cercana a la pensión y dejamos los bastones que nos acompañaron en todo el camino para que otros peregrinos hagan uso de ellos. Quien sabe, quizás nuestros bastones llegaron hasta Finisterre. Ojalá!



Y hasta aquí llega la crónica de nuestro viaje. Siempre guardaremos estos días en nuestro recuerdo y desde aquí recomiendo a todo el que lo quiera hacer a que lo haga, porque es una experiencia única en la vida, que vale la pena vivir. Buen Camino para todos!!

viernes, 27 de agosto de 2010

Camino de Santiago. 4ª Etapa: Arzua_O Pedrouzo

Empezamos temprano, como siempre. Era una etapa corta y no demasiado exigente. Así que llegamos a buena hora al pueblo y lo que más nos costó fue encontrar el albergue (Edreira), porque estaba un poco metido en el campo (con lo cansado que estás, llegar hasta ahí se compara con una travesía por el desierto) y cuando llegas después de la etapa lo que menos quieres es tener que seguir andando.

Resultó ser un albergue bastante nuevo, pero fue el más caro de cuantos estuvimos, y no encontramos que hubiese diferencias entre unos u otros. El mejor, en todo caso, fue el Ferramenteiro de Portomarin, no me cansaré de repetirlo.




Después de la ducha, nos acercamos a un puesto de la Cruz Roja que había a la entrada del pueblo, para que trataran a Mijota de unas picaduras que tenían muy mala pinta y que creemos procedían de unos bichitos que vivían en el saco de dormir que nos dejó Pepelotas para el camino. Deben ser bichitos muy resistentes porque siguen vivos desde que nuestro amigo estuvo en Islandia el verano pasado. Todo un misterio esto de las picaduras.



Por la noche estuvimos en la misa del peregrino que oficiaban en la iglesia del pueblo. Resultó muy emocionante porque nos encontramos con unos peregrinos franceses que venían desde el pueblo en el que vive mi abuela; Cahors. Eran personas muy mayores que viajaban en grupo. El caso es que el cura resultó de lo más singular, ofició la misa en español e ingles e incluso rezó el padre nuestro en gallego porque nos explicó que al Señor hay que rezarle esta oración en el idioma de cada uno, porque de esta forma lo hacemos con más corazón y más directamente.



Durante toda la misa no dejó de animarnos a que cantásemos si así lo queríamos, pero se encontró con un publico tímido. Insistió varias veces a los peregrinos de Cahors, pero creo que no entendían muy bien su ingles, porque cuando acabó la misa y el cura ya se estaba retirando, se lanzaron a cantar (debían ser un coro, porque la hacían estupendamente) y a mi me gustó tanto que hasta me emocioné. Se me hizo un nudo en la garganta y se me empañaron los ojos. No sé por qué la verdad, quizás la iglesia tan pequeña, el cura tan dispuesto y animoso, los gentiles peregrinos de Cahors que cantaron como los ángeles, quizás todo ello unido. El caso es que me resultó una escena de lo más bonita y la que espero recordar siempre.

Para finalizar un día perfecto dimos con un restaurante donde pudimos saciar nuestro antojo de carne y dimos cuenta de unas viandas exquisitas. Después, nuevamente a dormir pronto que mañana tocaba Santiago. Nos esperaba un día emocionante, sin duda.

jueves, 26 de agosto de 2010

Camino de Santiago. 3ª Etapa: Palas de Rei_Arzua


Esta etapa era la más larga de todas, aunque nos resultó más agradable que la anterior. Volvíamos a caminar entre bosques y caminos y al ser el paisaje tan bonito se hacía más ligero el camino. Los kilómetros pesaban cada vez más y a mi empezaba a salirme una pequeña ampolla. Pero resultó ser pequeña y no me impidió seguir andando en ningún momento. Una suerte. Cada vez que me acuerdo de otros peregrinos a los que vimos arrastrar literalmente el pie, por el dolor, no puedo evitar preguntarme si yo hubiese sido capaz de seguir en esas condiciones.


Lo peor de la etapa resultaron ser los kilómetros finales. Primero bajadas con pendientes pronunciadas que te obligaban a apoyarte en el bastón y sobre todo en las maltratadas rodillas y los últimos 2 o 3 kilómetros nos encontramos con una cuesta continua muy pronunciada que iba serpenteando alrededor de la carretera de entrada a Arzúa y que fue un calvario porque el sol abrasador que había a esas horas y el esfuerzo acumulado que traíamos de toda la etapa nos mató.



A duras penas llegamos a nuestro Albergue (Santiago Apóstol), que por suerte se encontraba a la entrada del pueblo y pudimos darnos la ducha reconfortante de después de la etapa, que junto con la siesta de después de comer y el momento en el que te quitas las zapatillas, es el mejor momento del día.


Por la tarde dimos un paseo y encontramos una pulpería que estaba situada fuera de lo que era la zona turística, parecía que la habían abierto hacia poco. Era todo como muy nuevo, y la zona de cocción del pulpo estaba a la vista y podíamos ver como la cocinera sacaba una y otra vez al pulpo de una olla y lo metía en otra. Todo un arte esto de cocinar el pulpo. Nos tomamos dos raciones y también tomamos un queso de la zona que era parecido al de tetilla. Me pareció muy sabroso además de que a mi me gustan las quesos con ese tipo de textura. Estuvo bien para disfrutar del vino del "pais".


Esa noche decidimos que esa iba a ser nuestra ultima ración de pulpo, iban ya demasiadas en lo que llevábamos de viaje y resultaba demasiado. Ahora íbamos a la “caza” de un buen bistec de carne gallega. Un antojo del que daríamos cuenta al día siguiente.

Llegamos al albergue a buena hora y como en anteriores días nos fuimos a dormir temprano para madrugar al día siguiente. La siguiente etapa era O Pedrouzo, ya tocábamos Santiago con las manos, estábamos cerca de conseguir nuestra meta.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Camino de Santiago. 2ª Etapa: Portomarin_Palas de Rei

En este segundo día nos levantamos temprano para no coger todo el calor y aprovechar la mañana. Ya no teníamos tanta prisa por llegar al final de la etapa, porque habiamos reservado alojamiento que era lo que más nos preocupaba. Nos dijeron en el primer albergue, que en los albergues privados se podía reservar y no nos lo pensamos, por 10 € por pers./noche no valía la pena arriesgarse a quedarse sin sitio donde dormir. No hay que olvidar que este año es Jacobeo, hay más peregrinos que otros años.

Pues eso, que salimos de Portomarin temprano y atravesamos el río Miño para empezar a subir por una montaña que nos introducía en un bosque frondoso, pero que por los lados dejaba ver la salida del sol y paramos unos segundos para deleitarnos con esos colores y ese olor único de la salida del sol.

Resultó ser una etapa dura, muchas subidas y bajadas (casi peores) y mucho tiempo andando por el arcen de la carretera, sin árbol que nos cobijase y un sol cegador que no paraba de darnos en la cabeza. Ya no íbamos tan ligeros como el primer dia. Los kilómetros se empezaban a notar en nuestras piernas.

Como a mitad de etapa paramos en un barecito en medio del campo, que tenía una terraza con muy buenas vistas, donde nos tomamos un bocadillo y una Coca Cola. Estábamos disfrutando del manjar cuando oímos a un tropel de bueyes correr por el camino por el que habíamos venido, en desbandada. El pastor que los llevaba (eso es un decir) iba gritando detrás de ellos términos ininteligibles para que los bueyes pararan, pero no hacían ni caso y ya podíamos ver a algunos de ellos correr como despavoridos, en un camino en lo alto de la montaña. Una escena de lo más divertida, para nosotros, que somos ya más urbanitas que otra cosa. Aunque luego hablando llegamos a la conclusión de que si la escena llega a suceder 15 minutos antes nosotros habríamos estado en ese camino en el momento en el que pasasen los bueyes corriendo y seguro que no nos hubiese hecho tanta gracia...

Llegamos a Palas de Rei cansados y hubo un momento de incertidumbre porque a las afueras del pueblo estaba el albergue municipal (casi todos los peregrinos se quedaban en el) y nosotros continuamos por el camino recto (ya que no había ninguna indicación en contra). Pensábamos que nos habíamos perdido, pero no.

Allí estaba Hans (así lo bautizamos nosotros). Un señor alemán de unos 50 años que había dormido en la litera de al lado la noche anterior y que me había llamado la atención porque cuando nos levantamos ya no estaba y me pareció que fue muy silencioso y respetuoso en su salida. Eso siempre se agradece. Hans hacía el camino solo y nos lo fuimos encontrando en varios puntos del mismo.

Pero a lo que iba, Hans iba delante de nosotros y parecía que sabía adonde iba, así que decidimos seguirle y nos salió bien, ya que pocos kilómetros después entrábamos en Palas de Rei. Además nos alojamos en el mismo albergue que Hans (Meson de Benito), y al día siguiente se fue (como en la anterior ocasión) temprano y sin hacer ruido.



Después de comer paseamos un poco por el pueblo, pero estaba un poco apagadillo, así que decidimos ir a la misa de las 19:30. Yendo para allá nos encontramos con una exposición que ponía que era para peregrinos, pero resultó ser sobre Escrivá de Balaguer y un chico y un hombre muy educados nos dieron una charla de aquí te espero sobra la vida y obra del buen hombre. No sabíamos como huir, sin ser mal educados. Un trago!


La misa estuvo bien y después encontramos un sitio para cenar, estupendo. Tomamos caldo gallego y Pulpo, además de vino y postre por 9 €/persona. Era menú. La calidad y el precio de la comida gallega es excepcional y he disfrutado de cada una de las veces que nos sentamos a la mesa. Un placer!

Como el día anterior, unos masajitos en los pies y a dormir.

Durante la noche y aunque llevaba tapones y antifaz me desperté sobresaltada, porque oía ruidos como de golpes metálicos. Como si alguien llamara a la puerta. La gente empezó a hacer ruidos con la boca (de esos que utilizas cuando quieres que alguien deje de roncar), pero nada, el ruido seguía. Hasta que alguien se levantó y despertó al hombre que estaba dando golpes contra la barandilla metálica de la litera y le dijo: “jefe, jefe, que está haciendo usted mucho ruido” y cuando el hombre de los golpes atinó a saber donde estaba, le respondió: “ que pasa? Que no va a poder moverse uno en la cama?”... En fin, vivir, para ver!! Todo esto se lo tuve que contar a Mijota al día siguiente porque milagrosamente no se había enterado de nada.

martes, 24 de agosto de 2010

Camino de Santiago. 1ª Etapa: Sarria_Portomarin

Acabaron los vacaciones y no he podido cumplir lo que dije de escribir sobre El Camino o sobre Ibiza. Lo pensé en varias ocasiones pero el estado de relajación total, en que me encontraba, me lo ha impedido. Y el solecito, mar, siestas y demás han sido mis prioridades absolutas.

Así que aquí estoy de vuelta, dispuesta a contar nuestro Camino (o lo que me acuerdo de él), porque cometí el error de no ir apuntando nuestras vivencias y mi memoria es de “Pez”.

1ª Etapa: Sarria-Portomarin.

La salida la hicimos desde Madrid en tren (coche-cama), que nos resultó de lo más cómodo, porque salimos a las 22:30 y llegamos a Sarria a las 6:35, con lo que era la hora perfecta para empezar a andar y al ser literas solo para dos, íbamos solos y teníamos más intimidad. Un acierto, desde luego!


Un vez en Sarria pusimos nuestro primer sello en la estación y empezamos a andar. Nuestras primeras sensaciones fueron buenísimas, estaba saliendo el sol y la temperatura era fresquita, los campos estaban como “acolchados” por un manto de bruma que ofrecía un paisaje como de cuento y nos empezábamos a encontrar con peregrinos que, como nosotros, seguían su camino hacia Santiago.




Nada más salir del pueblo nos encontramos con dos chicos que iban totalmente vestidos de romanos, iban de lo más auténticos, con su petate y todo. Lo que más nos llamó la atención fue que para caminar llevaban las típicas sandalias romanas. Vamos, que no le faltaba detalle al disfraz!. La gente se iba haciendo fotos con ellos y Mijota también quería que nos la hiciésemos, pero a mi me daba mucha vergüenza. Es una lastima no tener recuerdo grafico, pero en la mente queda.

El paisaje que nos fuimos encontrando fue fantástico, mucho campo y contrastes que hacían el camino mucho más ameno. Nos llamó la atención que el número de peregrinos era menor del que esperábamos y en muchos tramos fuimos caminando solos. Cuando nos encontrábamos con gente, empezamos a practicar el “buen Camino” que es el saludo que allí se utiliza cuando nos vamos encontrando entre nosotros. Me pareció una expresión muy bonita y desde entonces nosotros también fuimos deseando a los demás peregrinos un “Buen Camino”, que de alguna manera, parecía que te unía al resto de caminantes.



En ese primer día el ritmo que tuvimos fue muy bueno, fuimos “adelantando” a bastante gente y no nos sentíamos cansados. No sería igual en los siguientes días, como sospechábamos, pero en ese momento nos sentimos esperanzados de que no sería tan duro como pensábamos. Que equivocados estábamos! Nos faltaban 4 días más para comprobarlo.

Por el camino le compramos a una señora unos bastones que vendía en su casa, que parecían hechos por ella misma. Muy artesanales. Desde ese momento se convirtieron en compañeros fieles de nuestra aventura.

En uno de los pequeños caminos, cubiertos totalmente por los árboles (no llegaba la luz del sol) nos encontramos con un señor y una señora que paseaban un buey descomunal, que nos impresionó muchísimo. No volvimos a ver otro igual durante todo el camino. Realmente gigante, ese buey!!

Y así pasito a pasito, seguimos compartiendo con el resto de caminantes la primera etapa (para nosotros). Recuerdo con especial cariño una madre y un hijo (de unos 12 años o menos) que caminaban juntos y me enterneció ver como charlaban y luego en el mismo albergue que nosotros, se preparaban con mucha complicidad para el siguiente día. Nos los volvimos a encontrar en otras ocasiones.

También me acuerdo de un señor mayor que se veía venía de muy lejos y que necesitaba de dos bastones para poder caminar. Cada paso era un esfuerzo y supongo que doloroso, pero el hombre seguía uno tras otro, sin parar. Esto debe ser lo que llaman fe. Nos volvimos a encontrar con el señor en Santiago y me alegró ver que había llegado bien y se le veía contento. No era para menos.

El final de la etapa fue llegar a Portomarín, para mi el mejor pueblo de los que estuvimos. Está totalmente bañado por el Rio Miño, como en un alto. Y cuando vas llegando te queda una perspectiva preciosa del pueblo, con el río a los pies.



Elegimos un albergue estupendo (Ferramenteiro) y por la tarde paseamos por Portomarin y probamos el primer Pulpo del Camino, que me dejó impresionada por lo bueno y tierno que estaba. Solo de recordarlo se me está haciendo la boca agua.

Después de cenar, nos retiramos a descansar temprano y nos dimos unos masajes en los pies, para prepararlos para el día siguiente. Esto y quedarse dormidos era todo una, así que hasta el día siguiente.